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¿Qué pasaría si usáramos el 100% del cerebro?

UNIE Universidad
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Lo hemos escuchado cientos de veces. Aparece en series, películas, conversaciones casuales e incluso libros y ensayos científicos. Hablamos del mito de que solo usamos el 10% del cerebro, esa creencia que asegura que si usáramos el 100% de nuestra capacidad, seríamos capaces de hacer cosas increíbles y sobrehumanas (como por ejemplo mover objetos con la mente o leer pensamientos). Sin embargo… la ciencia lleva décadas desmontando esta idea tan errónea.

Y es que, los avances en neuroimagen han dejado claro que no hay zonas "dormidas"; la totalidad del cerebro está siempre en uso. Cada pensamiento, movimiento y emoción activa redes neuronales distribuidas por todo el cerebro. Y aquí es donde entran en juego la neuroplasticidad y las estrategias para potenciar las capacidades cognitivas.

Este es uno de los temas que hemos abordado en ¿Qué pasaría si…?, el pódcast de UNIE Universidad, donde planteamos esas preguntas hipotéticas que siempre te has hecho, desde una mirada experta gracias a nuestros docentes.

Mito del 10% del cerebro

Origen del mito

El mito de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro ha circulado durante décadas. Se cree que esta idea surgió a finales del siglo XIX y principios del XX debido a una mala interpretación de investigaciones neurológicas de la época. Por ejemplo, el psicólogo William James mencionó que "estamos haciendo uso de solo una pequeña parte de nuestros recursos mentales y físicos posibles", lo que pudo haber sido malinterpretado como que solo usamos el 10% de nuestro cerebro. ​

Desmentido por la ciencia moderna

Hoy, en pleno siglo XXI, la ciencia ha avanzado enormemente, y sabemos con plena certeza que utilizamos todas las partes de nuestro cerebro. Investigaciones actuales han demostrado que empleamos la totalidad de nuestro cerebro en diversas actividades cotidianas. Por ejemplo, estudios de neuroimagen muestran que, incluso durante tareas simples (como mover los dedos de una mano), múltiples áreas cerebrales se activan simultáneamente. Además, se ha observado que, aunque no todas las neuronas están activas al mismo tiempo, a lo largo del día se utilizan diferentes regiones según las necesidades específicas.

Además, desde una perspectiva evolutiva, sería ineficiente que el cerebro, que consume una cantidad significativa de energía, tuviera un 90% de su estructura sin utilizar. En otras palabras, la selección natural habría eliminado tal desperdicio energético.

Funcionamiento completo del cerebro

Actividad cerebral constante

Como hemos mencionado anteriormente, nuestro cerebro está siempre en constante actividad, incluso cuando pensamos que está “desconectado”. Por ejemplo, durante el sueño, se encarga de procesos como la consolidación de la memoria, donde las experiencias y conocimientos adquiridos durante el día se fijan en nuestra mente. Además, realiza una especie de "limpieza", eliminando toxinas acumuladas que podrían afectar su funcionamiento, algo que ayuda a mantener nuestra salud cerebral y general.

Distribución de funciones en diferentes áreas

El cerebro está organizado en distintas regiones, cada una con roles específicos. Por ejemplo, el lóbulo frontal es clave para funciones como el razonamiento y la planificación; el lóbulo parietal procesa la información sensorial y espacial; el lóbulo temporal se encarga de la memoria y la percepción auditiva; y el lóbulo occipital es responsable de la visión.

Además, el cerebro se divide en dos hemisferios: derecho e izquierdo. Aunque trabajan juntos, cada uno tiene especializaciones. El hemisferio izquierdo suele asociarse con el lenguaje y el pensamiento lógico, mientras que el derecho está más relacionado con la creatividad y la percepción espacial.

Consecuencias de usar el 100% del cerebro

Imposibilidad biológica de activar todas las neuronas simultáneamente

Nuestro cerebro es una red increíblemente enrevesada, compuesto por miles de millones de neuronas. Cada una de estas células nerviosas establece miles de conexiones con otras, formando una compleja red de comunicación.

Si intentáramos activar todas las neuronas simultáneamente, sería como encender todas las luces de una ciudad al mismo tiempo; el sistema eléctrico colapsaría. De manera similar, una activación total de las neuronas podría provocar una sobrecarga en el cerebro, lo que llevaría a un mal funcionamiento generalizado. Esta sobreestimulación podría resultar en la muerte de las neuronas debido a la excitotoxicidad, un proceso en el cual el exceso de actividad neuronal causa daño celular.

Además, cuando nuestro cerebro se enfrenta a una sobrecarga de información o estímulos, puede experimentar lo que se conoce como sobrecarga cognitiva. Este estado puede manifestarse como fatiga mental, dificultad para concentrarse y sensación de agobio. A largo plazo, la exposición continua a una sobrecarga cognitiva puede conducir a estrés crónico, afectando negativamente nuestra salud mental y física.

En resumen, la idea de utilizar el 100% de nuestro cerebro de manera simultánea no solo es biológicamente inviable, sino que también podría tener consecuencias negativas para nuestra salud cerebral.

Avances científicos sobre el cerebro humano

Estudios de neuroimagen y su impacto en la comprensión cerebral

En las últimas décadas, las técnicas de neuroimagen han revolucionado nuestra comprensión del cerebro humano. Herramientas como la resonancia magnética funcional (RMf, que mide la actividad cerebral detectando cambios en el flujo sanguíneo) y la tomografía por emisión de positrones (PET, que utiliza un marcador radiactivo para mostrar el metabolismo del cerebro), nos permiten observar en tiempo real cómo funcionan nuestras mentes. Estas tecnologías nos ayudan a identificar qué áreas del cerebro se activan durante diferentes tareas, desde resolver problemas matemáticos hasta experimentar emociones. Gracias a ellas, hemos aprendido cómo se organizan las redes neuronales y cómo se comunican entre sí.

Descubrimientos recientes sobre la plasticidad cerebral

La plasticidad cerebral, o neuroplasticidad, es la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse a lo largo de la vida. Decenas de investigaciones han mostrado que actividades como el ejercicio físico y mental pueden promover cambios positivos en la estructura y función cerebral. Por ejemplo, se ha descubierto que el ejercicio regular puede aumentar la producción de nuevas neuronas y fortalecer las conexiones existentes, mejorando funciones cognitivas como la memoria y la atención.

Además, otros estudios han descubierto que las células de apoyo del cerebro, llamadas células gliales, especialmente los astrocitos, ayudan a fortalecer y modificar las conexiones entre las neuronas. Esto es clave porque abre nuevas posibilidades para tratar enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson, ya que mejorar estas conexiones podría ayudar a frenar su avance.

Importancia de entender el uso real del cerebro

Implicaciones para la educación y el aprendizaje

Comprender cómo funciona nuestro cerebro es fundamental para mejorar la forma en que aprendemos y enseñamos. La neurociencia educativa, o neuroeducación, nos ofrece valiosas herramientas para adaptar la enseñanza a las necesidades reales de los estudiantes. Por ejemplo, al conocer que el cerebro aprende mejor cuando está motivado y emocionalmente involucrado, los docentes pueden diseñar actividades que capten el interés de sus alumnos, haciendo el aprendizaje más efectivo y significativo. ​

Relevancia para la salud mental y el bienestar

Entender el funcionamiento del cerebro también es crucial para nuestra salud mental y bienestar general. La neurociencia nos ha permitido identificar cómo el estrés, la ansiedad y la depresión afectan nuestras funciones cerebrales. Por ejemplo, se ha descubierto que experiencias traumáticas en la infancia pueden dejar huellas en el cerebro que aumentan el riesgo de desarrollar demencia en etapas posteriores de la vida. Si te interesa el tema de la salud mental, nuestro Grado en Psicología ofrece una perspectiva global y multidisciplinar hasta los aspectos más específicos de la profesión.

Por otra parte, la investigación ha mostrado que ciertos nutrientes, como la vitamina B6, están involucrados en la producción de neurotransmisores que regulan el estado de ánimo. Una dieta rica en esta vitamina, presente en alimentos como el pollo, el pescado y las espinacas, puede ayudar a reducir síntomas de ansiedad y depresión.

Desmitificación en medios y cultura popular

Representaciones erróneas en películas y literatura

A lo largo de los años, el cine y la literatura han contribuido a la difusión de mitos sobre el funcionamiento del cerebro. Uno de los ejemplos más destacados es la película "Lucy" (2014), dirigida por Luc Besson y protagonizada por Scarlett Johansson.

Otro ejemplo es la serie de libros "Pesadillas" de R.L. Stine, especialmente el título "Zumo de cerebro", donde los personajes consumen una sustancia que incrementa su inteligencia de manera extraordinaria. Aunque estas narrativas son entretenidas, refuerzan la falsa creencia de que existen formas sencillas de potenciar nuestras capacidades cognitivas más allá de los límites naturales.

Papel de los medios en perpetuar mitos sobre el cerebro

Programas de televisión, artículos y publicaciones en redes sociales a menudo son responsables de simplificar o malinterpretar descubrimientos científicos, llevando al público a aceptar información inexacta. Por ejemplo, la creencia de que escuchar música clásica aumenta la inteligencia, conocida como el "efecto Mozart", ha sido ampliamente difundida sin respaldo científico sólido.

Además, la reciente elección de la expresión "brain rot" (putrefacción mental) como palabra del año por la Universidad de Oxford refleja una creciente preocupación por el deterioro mental asociado al consumo excesivo de contenido digital trivial. Este término destaca cómo la sobreexposición a información superficial en plataformas digitales puede afectar nuestra capacidad de concentración y procesamiento profundo, evidenciando la influencia de los medios en nuestra salud cerebral.

Es interesante destacar que, aunque nuestro cerebro pesa alrededor de 1.350 gramos, el cachalote posee el cerebro más grande del reino animal, que puede llegar a pesar hasta 9 kilogramos. Sin embargo, no es el tamaño lo que determina la inteligencia, sino la complejidad y las conexiones neuronales. Esta comparación nos recuerda que, aunque compartimos ciertas características con otras especies, la singularidad de nuestro cerebro radica en su capacidad para adaptarse, aprender y crear, desmontando así los mitos que han circulado durante años.​

Si te ha interesado descubrir la verdad sobre el mito del 10% del cerebro y cómo realmente funciona nuestra mente, no te pierdas los próximos episodios de ¿Qué pasaría si…?, el videopódcast de UNIE Universidad donde respondemos a preguntas hipotéticas de diversos temas. Puedes verlos en YouTube o escucharlo en Spotify.

 

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