
Seguridad y salud en el trabajo: cómo las empresas protegen a sus trabajadores
La seguridad y salud en el trabajo es, en pocas palabras, todo lo que una empresa hace para cuidar tanto el cuerpo como la mente de quienes trabajan; de evitar accidentes, de reducir riesgos y de crear entornos donde uno pueda hacer su trabajo tranquilo. No se trata solo de cascos, extintores o normas colgadas en la pared: se trata de proteger a las personas y de poner su bienestar en el centro. Ese es su gran objetivo.
Para quienes forman parte de una empresa, esto se nota. Se nota en cómo se sienten al llegar al trabajo, en la confianza con la que hacen sus tareas y en la seguridad de saber que hay alguien pendiente de que todo funcione bien. Cuando el entorno laboral es seguro y saludable, mejora el ambiente, crece el compromiso y baja el estrés.
Y claro, si todo esto se quiere llevar al siguiente nivel, especializarse en prevención de riesgos laborales puede ser un gran paso. El Máster Universitario en Prevención de Riesgos Laborales de UNIE Universidad es una opción pensada justo para eso: para quienes quieren trabajar desde dentro en la mejora real de las condiciones laborales y convertirse en referentes de una cultura del cuidado.
Marco legal de la seguridad y salud en el trabajo en España
Ley de Prevención de Riesgos Laborales (Ley 31/1995)
La importancia de la seguridad en el trabajo no siempre ha tenido la importancia que tiene hoy en día. Esto, en parte, se debe a una ley que cambió las reglas del juego en España: la Ley 31/1995. Esta norma dice, en pocas palabras, que nadie debería poner en riesgo su salud por ir a trabajar. Desde que se aprobó, las empresas están obligadas a cuidar de sus trabajadores, no solo con buenas intenciones, sino con planes, formación y medidas concretas que eviten accidentes o enfermedades en el trabajo. También deja claro que los trabajadores tienen derecho a saber a qué riesgos están expuestos y cómo protegerse.
Real Decreto 39/1997: Reglamento de los Servicios de Prevención
Unos años después llegó el Real Decreto 39/1997, que es como el manual práctico para que esa ley se cumpla bien. Aquí se habla de cómo deben organizarse las empresas para prevenir riesgos: quién se encarga de qué, qué formación debe tener el personal, cómo se evalúan los riesgos y cómo se organizan los recursos. En resumen, es lo que pone en marcha todo lo que la ley dice.
Normativa europea e internacional aplicable
Pero esto no es solo cosa de España. Desde Europa y desde organismos internacionales como la OIT (Organización Internacional del Trabajo) también se han marcado pautas para que el trabajo sea más seguro. Por ejemplo, la Directiva 89/391 de la UE fue clave para inspirar la ley española, y convenios como el número 155 de la OIT ayudan a mantener un nivel común de protección en muchos países. Todo esto hace que los derechos de los trabajadores estén más protegidos y actualizados.
Derechos y obligaciones de los trabajadores
Derecho a un entorno laboral seguro
En España, cualquier persona que trabaja tiene derecho a desempeñar su labor en un lugar seguro. Así de claro. La empresa tiene que detectar los riesgos, hacer lo posible para evitarlos y dar la información y formación necesarias para que cada uno sepa cómo protegerse. Este derecho no es negociable: es una obligación que tienen las empresas con su gente.
Esto, como es obvio, aplica a todos los sectores. Sin embargo, es especialmente relevante en campos como la construcción, la industria y manufactura, el transporte o la sanidad.
Obligaciones de los trabajadores en materia de seguridad
Pero espera, que esto no es solo cosa de la empresa. También hay cosas que cada trabajador debe hacer para que todo funcione bien. Por ejemplo: usar bien las herramientas y equipos, seguir las normas de seguridad, avisar si algo no está funcionando como debería o si se detecta un riesgo, y acudir a las formaciones.
Por ejemplo, en un entorno industrial, si un operario detecta que una máquina presenta un fallo o un funcionamiento anómalo, es fundamental que lo comunique de inmediato. Esa acción, que puede parecer mínima, permite intervenir a tiempo, evitar accidentes y mantener la seguridad de todo el equipo.
Responsabilidades del empleador
Evaluación de riesgos laborales
Todo empieza por mirar bien qué puede fallar. Antes de que haya un accidente, una empresa tiene que identificar todos los riesgos que existen en sus espacios y actividades. No vale con suponer. Hay que ir, observar, preguntar, y si hace falta, medir.
Por ejemplo, si alguien trabaja muchas horas con pantallas, no basta con darle una silla cualquiera. Hay que evaluar si el puesto está bien iluminado, si la altura del monitor es correcta, si hay pausas suficientes. O si estamos en una fábrica, hay que revisar desde el ruido hasta la ventilación. Esto no es opcional, lo marca la ley. Y debe actualizarse cada vez que cambian las condiciones: nuevas máquinas, nuevos procesos, cambios de personal…
Implementación de medidas preventivas
Detectar un riesgo y no hacer nada es como ver una gotera y esperar a que deje de llover. Una vez que la empresa sabe qué puede fallar, tiene que actuar. Puede ser algo tan simple como cambiar un cable suelto o tan complejo como rediseñar una línea de producción.
A veces se trata de proteger con equipos, como mascarillas o arneses. Otras veces, de organizar mejor el trabajo: turnos, tiempos de descanso, rotación de tareas... Y todo esto no se improvisa: tiene que estar recogido en un plan de prevención que se revise de forma periódica.
Formación e información a los empleados
Y ahora viene una parte clave: de poco sirve tener normas si la gente no las conoce. La empresa tiene que asegurarse de que cada persona sabe cómo trabajar de forma segura. No solo cuando entra, sino cada vez que algo cambia.
Hablamos de formaciones prácticas, adaptadas a cada puesto, y no solo “un curso más”. También de informar: poner carteles claros, comunicar cambios, resolver dudas. Que nadie tenga que adivinar cómo usar una máquina o a quién avisar si ve un problema.
Medidas preventivas y correctivas
La prevención es la piedra angular de la seguridad laboral. Consiste en anticiparse a los posibles riesgos y establecer estrategias para mitigarlos o eliminarlos.
Una vez identificados los riesgos en el lugar de trabajo, es esencial desarrollar medidas específicas para abordarlos. Por ejemplo, si hay una zona donde siempre resbala alguien, se revisa el tipo de suelo, se cambian los productos de limpieza o se pone una alfombra antideslizante. Si hay un almacén con estanterías muy altas, se revisa si se necesita un sistema diferente de almacenaje o se forma bien a la gente en el uso de escaleras y carretillas.
Si un día hay un incendio, o se va la luz y el ascensor se queda parado, es cuando entra en juego el plan de emergencia o de evacuación. Y no, no es un documento guardado en un cajón. Lo básico: que cada persona sepa por dónde salir, a dónde ir, quién da la señal de alarma, y qué hacer si alguien se queda atrás. También hay que tener extintores que funcionen (y saber usarlos) y hacer simulacros de vez en cuando, no solo para cumplir con el trámite, sino para ver si todo el mundo sabe qué hacer.
Un ejemplo claro: en muchas oficinas ya se están haciendo simulacros de evacuación sin avisar, para ver cómo reacciona la gente en una situación más parecida a la real.
Formación en seguridad y salud laboral
Programas de formación obligatoria para empleados
Cuando alguien entra a trabajar en una empresa, debe tener claro cómo hacer su trabajo sin ponerse en peligro. Si alguien, por ejemplo, trabaja con productos químicos, necesita formación concreta sobre cómo manipularlos, almacenarlos o actuar si hay un derrame. Lo mismo si se usa maquinaria pesada, se trabaja en altura o se pasa mucho tiempo frente a una pantalla.
Esta formación no es opcional. Es obligatoria, debe hacerse en horario laboral y sin que el trabajador tenga que pagar. Además, debe adaptarse al puesto, al idioma de la persona, y actualizarse si cambian las condiciones. Así lo establece el artículo 19 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Actualización continua y sensibilización
Con el paso del tiempo, cambian las herramientas, los procesos y también los riesgos. Por eso, la ley exige que esa formación se actualice siempre que sea necesario. No se trata solo de aprender a usar un equipo nuevo, también es importante trabajar la parte de sensibilización: recordar por qué hay que seguir ciertos protocolos, cómo actuar en caso de emergencia o cómo detectar señales de estrés o fatiga.
Inspección y vigilancia del cumplimiento normativo
Rol de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social
Aunque todo esté bien definido en la ley, siempre tiene que haber alguien que compruebe que se cumple. Ese es el trabajo de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Este organismo visita empresas, revisa documentación, entrevista a empleados y evalúa si las condiciones laborales son seguras y si la empresa está cumpliendo con sus obligaciones preventivas.
No hace falta que haya una denuncia previa para que vayan. Muchas veces lo hacen de forma rutinaria. También pueden acudir tras un accidente o si reciben un aviso anónimo.
Consecuencias del incumplimiento normativo
Si tras una inspección se detecta que la empresa no está cumpliendo con la normativa, puede haber consecuencias serias. Las sanciones económicas pueden ir desde los 45 € hasta más de 800.000 €, dependiendo de la gravedad. Pero no se trata solo de multas. En casos graves, puede haber responsabilidades penales, sobre todo si ha habido daños a trabajadores. Y, por supuesto, también puede afectar a la reputación de la empresa. Por eso muchas organizaciones, sobre todo las medianas y grandes, cuentan con personal interno o servicios de prevención externos que les ayudan a estar siempre al día.
Beneficios de una gestión eficaz en seguridad y salud laboral
Mejora del bienestar laboral y productividad
Cuando en una empresa se hace bien la prevención el ambiente cambia: la gente trabaja más tranquila, sin miedo a lesionarse ni a que algo salga mal por falta de información o formación. Eso tiene un efecto directo: menos distracciones, más concentración y mejor clima entre compañeros.
Según datos de la Fundación Internacional ORP, una buena cultura preventiva mejora el rendimiento individual y colectivo. Por ejemplo, en algunas fábricas que han reforzado su gestión preventiva, se han reducido los errores en cadena porque los equipos están mejor organizados y la comunicación fluye más. También en oficinas se ha visto cómo algo tan simple como ajustar las sillas o mejorar la iluminación puede evitar dolores de espalda y fatiga visual, lo que mejora la productividad de forma notable.
Reducción del absentismo y accidentes laborales
Otro efecto inmediato de una buena gestión preventiva es que baja el absentismo. En sectores como la construcción o el transporte, donde los riesgos son más evidentes, las empresas que invierten en prevención logran reducir notablemente los días perdidos por lesiones.
Pero esto también aplica a trabajos menos físicos. Por ejemplo, en empresas tecnológicas que han incorporado pausas activas y formación en salud mental, ha bajado el número de bajas por estrés y ansiedad. Y esto no es solo una buena noticia para la plantilla: también lo es para la empresa, que gana en continuidad, ahorro de costes y estabilidad.
Cada vez son más las empresas que entienden la importancia de la prevención de riesgos laborales y, por eso, esta figura está más demandada que nunca. De hecho, según el SEPE, más del 70 % de quienes se especializan en este ámbito encuentran empleo en menos de seis meses. Si la idea es dar un paso más y dedicarse a mejorar la vida laboral de muchas personas desde dentro, el Máster en Prevención de Riesgos Laborales de UNIE Universidad puede ser una muy buena forma de empezar ese camino con buen pie. Y es que solo en UNIE podrás formarte con un plan de estudios que combina el enfoque técnico de la prevención de riesgos de seguridad, higiene, ergonomía y psicosociología.